domingo, 29 de noviembre de 2009

La chinita

El 18 de noviembre de 1709, sobre las olas retozonas del marabino lago cabalgaba una pequeña tabla lisa. Era de madrugada y un grupo de mujeres cumplía su diaria labor de lavado de ropas. Esa tablita fue tomada por una anciana, porque la necesitaba para tapar la tinaja del agua y la llevó a su casa. Allí, poco a poco, la madera empezó a mancharse, la viejita la limpió y notó que aparecían signos de una imagen religiosa y por esta razón la colocó en un sitio especial de la casa. No pasó mucho tiempo sin que ocurriera el milagro: la casa empezó a sacudirse y se iluminó por completo «con los fulgores que el retablo difundía en haces meridianos».
La pobre anciana, atribulada, se postró de hinojos ante la Virgen de Chiquinquirá y empezó a «¡Milagro, ¡Milagro!». Los vecinos acudieron y vieron a la Virgen «de color mestizo y de faz indígena, que a todos miraba con semblante acogedor». Posteriormente, las autoridades eclesiásticas pensaron en trasladar la milagrosa tabla a la Catedral, pero la Virgen escogió su propio santuario, al adquirir un peso imposible de ser levantado por los devotos que iban en procesión. Pero al desviar el rumbo hacia la ermita de San Juan de Dios, construida en 1686, todo se hizo posible y desde entonces está allí, La Chinita, alimentando el fervor mariano de los Zulianos.
El 18 de mayo de 1920 el Papa Benedicto XV distinguió con el título de Basílica Menor la de San Juan de Dios, que los Zulianos llaman Basílica de Chiquinquirá. Ya antes, el 16 de julio de 1917 había dispuesto el mismo Papa la coronación canónica de la Virgen de Chiquinquirá. Estas gestiones fueron hechas, según el historiador Adolfo Romero Luengo (La Madre de Dios en el Zulia, p. 47 ss) por el padre Antonio María Soto Romero, de los Puertos de Altagracia.
Sin embargo, el acto de la coronación efectiva de la Virgen se realizó muchos años después, el 18 de noviembre de 1942, con asistencia del Presidente de la República Isaías Medina Angarita y su Gabinete.
El Papa Juan Pablo II, durante su visita a Maracaibo el 27 de enero de 1985, celebró la homilía «Nueva Evangelización» ante el altar de Nuestra Señora de Chiquinquirá.














La naturaleza

Los primeros filósofos griegos estudiaron la naturaleza tratando de establecer el origen y la constitución de los seres naturales. Sus conclusiones sirvieron de base a las teorías científicas desarrolladas en nuestro tiempo. Al conocer sus planteamientos fundamentales podremos comprender mejor la naturaleza y por consiguiente valorarla y protegerla. Los filósofos griegos entendían la naturaleza como una sustancia permanente y primordial que se mantiene a través de los cambios que sufren los seres naturales. A esta sustancia o naturaleza le llamaban Physis.
El nombre de filósofos de la naturaleza inicialmente se le puede adjudicar a los llamados Presocráticos quienes se interesaron por el problema cosmológico, es decir, por el origen del mundo y trataron de dar respuesta a sus interrogantes partiendo de objetos concretos de la naturaleza a los que llamaron arjé (principio) v. g. Tales de Mileto que identifica el origen del cosmos en el agua. Se caracterizan por fundamentar el origen de la naturaleza en otras cosas naturales, como el agua, el aire, el fuego, siendo una excepción Anaximándro, discípulo de Tales, que fundamentaba el origen de la naturaleza en lo apeiron que era la indeterminación o lo indeterminado.